viernes, 21 de septiembre de 2007

Ser cantante, supersticioso, y no morir en el intento...

Queridos lectores, hoy el post se lo voy a dedicar a un subgénero humano al que yo pertenezco, y al que suelen temer principalmente. Pero no se trata de los aspirantes a filósofo, sino de algo peor, los cantantes. También tiene una segunda dedicatoria y es al queridísimo Mtro. Tribó, quien el otro día me dió el material y la inspiración para hacer el post.

Y es que hoy el tema trata sobre nosotros, los cantantes neuróticos y supersticiosos. He de aclarar que neurótico soy desde mi nacimiento (hay gran tradición en mi familia), supersticioso desde que comenzó a interesarme Roma a los seis años (cumplo la mayoría de las supersticiones que tenían, como levantarme siempre con el pie derecho), y cantante desde los ocho. Aclarado esto, revindico la naturaleza del “cantante latino” el autentico y la superstición como un constituyente básico, ante el cantante “sin tradición”, que solo se dedica a leer la partitura y a emitir sonidos. Ser cantante implica meterte en un mundo tradicional, como un oficio, y empaparte del espíritu de tiempos pasados. Mis modelos comienzan con las fastuosos castratis y las primadonnas, reyes de la neurosis obsesivo-compulsiva, seguimos con los García-Malibran, otros que tampoco se libraban de las tradiciones que nos incumben, y terminamos en los cantantes actuales que tienen toda clase de fetiches y ritos antes de salir al escenario.

Yo soy muy cuidadoso, así que el día que canto procuro seguir una rutina muy meticulosa, comer siempre lo mismo y muy poco, beber zumo o agua, y echarme una siesta de no más de 20 minutos. Después una breve oración en forma de mantra a Ganesh o Shiva y no cantar hasta una hora antes del concierto, y así ya está todo. Eso si cuando canto debo de obviar dos colores en mi vestuario: amarillo y morado -ahora explicaré el por que-, y llevar una medalla de plata muy especial, y con muchísimo valor sentimental para mi, con la efigie de Ganesh en el bolsillo o la parte izquierda de mi cuerpo, acompañado de un mâla (rosario) hindú o en su defecto un komboloy griego. Os puede parecer estupido, increíble, o lo que queráis, pero siempre que sigo este ritual las cosas no fallan y salgo tranquilísimo a comerme al público, jejejeje… (Bartolín puede dar fé de ello…)


Este simpatico personaje es Ganesh, mi "protector en las tablas"...

Otra cosa son los “deseos” para salir a escena. En ningún caso le deseis a ningún cantante “SUERTE” o conseguiréis una actuación penosa, o que os echen la bronca, como se la echo a mi Madre, que todavía no aprende lo que tiene que decir… En el mundo de la ópera, antes de empezar y para desearse suerte, se ha dicho siempre "In bocca al lupo". El Mtro. Tribó contaba que hay que responder con "Crepi il lupo". Tambien me contó que los alemanes dicen "Toi toi" y los rusos "Ñi puja ñi pierà" a los que se respondía "Chorto" en la época comunista. Ahora muchos dicen "Z Bogam!". Los franceses dicen "merde!" para desearse suerte y esto nunca me ha gustado. Y los españoles nos deseamos “mucha mierda”, que a la primera persona que se lo escuche a María Jose Moreno, en los Puritani que canté de pequeñín.

Apuntad otras supersticiones, la ópera no teme el martes y trece. En todo caso hay que preocuparse por el viernes y 17. Otra cosa que os tenéis que acordar de no hacer nunca, es no silbar en un teatro de ópera: "Fischio chiama fischio". Nombrar la ópera del “Rey Escocés” de Verdi fuera de las tablas, trae mala suerte, y hay que cuidarse de ella, yo he visto cambiar a tres barítonos, a una soprano caer en una trampilla, a un bajo ponerse malo como un perro, y caerse un foco en una representación, vamos un despropósito. Para el Mtro. Tribó la que no se puede mencionar es... IL POTERE DEL FATO, también de Verdi y estrenada en San Petersburgo. Me contaba el Mtro. que esta sí que saben los italianos que es mejor no nombrar.

Vestir de morado y amarillo, es también muy mala suerte. El primero, se asocia con la penitencia, y las ceremonias litúrgicas, de pedir perdón, y el cantante jamás tiene que pedir perdón tras una actuación, sino malo. El segundo es herencia de nuestros hermanos del teatro de prosa, aunque el Mtro. Tribó se niega a aceptarlo, pero Moliere murió, con una escenografía y todo vestido de amarillo, yo jamás me pondría nada amarillo…

Por último y para cerrar este post, jamás sentarse sobre la concha del apuntador. Trae muy, muy, muy mala suerte y encima le estropeamos al Mtro. Tribó su lugar de trabajo… Ya sabéis si queréis ser cantantes “como los de antes” antes que aprender a cantar, aceptad estas normas. Aunque seáis escépticos, recordad los cantantes antiguos lo hacían y triunfaron, las tradiciones son las tradiciones, y que menos que respetarlas… Ahora seguro que pensais, joe, Arsace está como una puta cabra, pues si pensais eso también acertais, soy Capricornio!!!

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Supersticiones...


IRRACIONALIDADES.


Mejor no creer en ellas. Serás más libre.

Agatarco dijo...

yo intento no serlo en la vida normal... aunque dentro de un escenario ... suelo serlo jujuaaaaaa

Joaquim dijo...

Arsace, no te vistas de amarillo ni te sientes encima de la concha del apuntador y si es en el Colón de Buenos Aires, ya verás tu lo que sucede por sentarte encima de una.
Suerte en tu carrera!!!

Arsace dijo...

Ahora respuesta personalizada:

A Javi: KANTIANO PERVERSO. Recuerda las palabras de mi queridisima Ortrud: ¡Esta es la venganza de los "dioses"
por haberos apartado de su culto!


A Agatarco: A que la tradición es la tradición, y más en la ópera? Y seguro que opinas que con las tradiciones no se juega, juas, juas, juas...

A Ximo: Lo sabía tengo buenos amigos argentinos, jajajaja, igual que no se pueden hacer determinados chistes, a riesgo que te partan la cara... Y gracias!!!

Albert dijo...

Estás loco.
Muy loco.
;D