sábado, 29 de septiembre de 2007

CABALLÉ canta STRAUSS y HOFMANNSTHAL (3): Arabella

Queridos lectores, por fin llegó la Arabella de Dña. Montserrat. Una versión de auténtico culto porque junto a ella están un magnífico René Kollo, Kurt Moll tan soberbio e increíble como siempre y el elegantísimo Mandryka de Siegmund Nimsgern.


Ahora si no os molesta, unas pequeñas apreciaciones personales sobre ésta ópera. Arabella es la continuación, o mejor podríamos decir la evolución estética de Rosenkavalier. Y es que Strauss y Hugo von Hofmannsthal hacían un binomio simplemente total, especialmente cuando trataban el tema del decadentismo y la nobleza, aunque sin llamar la atención como por aquella época lo hacían Kurt Weill o Ernst Krenek. La crítica de Strauss y von Hofmannsthal es igual de violenta, pero envolviéndola de bellísimas gasas, propiedades austrohúngaras y champagne en el caso de Arabella, y de rocalla rococó y sexo en el caso de Rosenkavalier. La diferencia temporal es de 100 años entre las dos óperas, porque el Caballero de la Rosa, se sitúa en 1750-60 en la Viena de Maria Thérese, mientras que Arabella toma la misma localización cien años más tarde, en la Viena de Francisco José y los “Strauss pachangueros”.

El conflicto nobleza y burguesía aparece de manifiesto en ambas obras, así como el ansia de aparentar. Por un lado el Barón Ochs von Lechernau, primo de la emperatriz, arruinado por su mala cabeza y su pésima gestión, comparte voz y carácter de cara al público con el Conde Waldner, noble de menor categoría, pero otrora héroe de guerra, que ahora vive con su mujer adicta a las “brujas” y sus dos hijas Arabella y Zdenka, en un hotel de Viena. La diferencia es que Waldner también tiene un poco de Herr von Faninal, quiere colocar a sus hijas con nobles de mayor categoría para saldar las deudas y ampliar patrimonio que jugar. Tiene concepto de honor, y eso es herencia de su permanencia en el ejército, como Rittmeister.

Arabella es como Sophie, frágil y delicada, aunque posee la malicia que exhibe la Mariscala para dominar las situaciones, sin embargo le falta la gran experiencia que posee ésta. Es el juego con sus posibles amantes, Matteo al que atormenta mientras que Zdenka mira desde la barrera, los tres condes que tontean con ella en el segundo acto y por supuesto Mandryka, a quien sirve el vaso de agua. Este es uno de los símbolos claves de la obra, pues la poderosa rosa de plata -emblema del rococó vienes y posteriormente del Jugendstil- es cambiada por el vaso de agua, señal de matrimonio en Croacia, que es la patria de Mandryka. Además no es el joven caballero el que la presenta, sino la dama. Arabella toma la iniciativa, toma su rol de futura “señora de la casa” frente al tremendo cortesanísmo y teatralización del ambiente rococó. Hofmannsthal ha reducido la alta carga estética y teatral de las reverencias, hacia la simpleza del “acto” que culminará en la obra de Strauss con Capriccio y la elección necesaria más el final abierto.

Los dos galanes Matteo y Mandryka, tiene un poquitín de Oktavian en diferentes dosis y aspectos. El primero es un joven oficial del ejercito austrohúngaro, como también lo es Oktavian, seguramente es joven no llegará a los 24 o 25 años, si bien es cierto que le falta la decisión de “Tavi”, posee valor y sentido del honor. Aunque jamás lo aceptaría Waldner porque es burgués. Lo paradigmático es que Matteo se muestra muy comprensivo cuando conoce el secreto de Zdenka y la acoge, Waldner no puede hacer otra cosa que resignarse. Es un hombre integro que recibe recompensa. Mandryka es un Oktavian diferente, un poco más mayor que Matteo, pues ya roza la treintena, pero no posee experiencia vital. Nunca ha salido de Croacia, vive cazando y paseando entre sus bosques, en un ambiente feudal, con cuatrocientas almas rezan por él. Es ingenuo y de buen corazón, es una característica que comparte con Oktavian. Como Parsifal (jejejeje, perdonad la comparación) descubre la maldad en el segundo acto, a través de los celos, que le provoca Arabella. Y después intentándola pillar in-fraganti con Matteo. Al final, el arrepentimiento de él, es lo que consigue que Arabella al fin lo considere la persona ideal para ella, venciendo a las otras posibilidades, pero no siendo consciente de que entraba en el juego.

Y para finalizar me pregunto siempre ¿Qué habrá sido de ellos en Croacia? ¿Sobrevivirán a la terrible vida en un castillo feudal? ¿Habrían vuelto a la fastuosa corte de Viena, a caer en el hastío cortesano? ¿Aguantarían la época de recensión económica que desembocaría en la Primera Guerra Mundial? (Se admiten sugerencias en los comentarios).

Esto es una cosa buena que tienen las óperas de Strauss, que poseen un final abierto, sobre el que podemos imaginar, que sería de cada uno de los personajes… Aunque con los trazos de Hofmannsthal está demasiado claro, caerían en la destrucción personal, victimas del esteticismo, como Lord Chandos, o como otro de sus personajes, Andreas.


R. Strauss / H. von Hofmannsthal
ARABELLA

Graf Waldner- Kurt Moll
Adelaida- Oralia Dominguez
Arabella- Montserrat Caballè
Zdenka- Oliveira Miliakovic
Mandryka- Sigmund Nimsgern
Matteo- Renè Kollo
Elemer- Carlo Gaifa
Dominio- Renato Borgato
Lamoral- Leonardo Monreale
Nina - Jeannette- Scovotti
Welko- Manfred Freyberger
Cartomante- Licia Falcone
Djura- Peter Boom
Jankel- Tom Fellerghi

Orchestra Sinfonica e Coro di Roma della Rai
Dir.Wolfgang Rennert
M° del Coro Gianni Lazzari
Roma. Rai.01.12.1973

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Espero no haberos aburrido, y que disfrutéis la ópera, en está versión increíble. El homenaje Strauss y Caballé, llega su fin, espero que os haya gustado. Por mi parte solo deciros, que mañana habrá más, jejejeje…

3 comentarios:

Agatarco dijo...

impresionante esta mujer....

Arsace dijo...

La Arabella de Dña. Montserrat, es una cosa sobrenatural, especialmente el III Acto...

Barbebleue dijo...

Precioso análisis comparativo, Arsace. Respecto al futurible, siempre supongo que acaban mal, lo cual podría ser pretexto para otra ópera ¿alguien se cree que Almaviva va a dejar de perseguir jovencitas?

¡Si es que no hay nada tan creativo como el decadentismo!