miércoles, 17 de octubre de 2007

CINE ICONOCLASTA: La Chinoise



Queridos lectores, hoy no vamos ha hablar sobre ópera, sino que inauguro una nueva sección basada en cine iconoclasta. Espero retratar a muchos autores provocadores como PPP (uno de mis ídolos artísticos), Godard, serie B y Z de los 80, etc. Y que mejor manera que estrenar ésta sección con una película que he visto hace dos horas, LA CHINOISE del gran Godard. Y es porque la he visto hace dos horas lo que me incita a escribir sobre esta peli, que si bien un par de amigos me habían dicho que era una gozada, es la confirmación que ser un reaccionario es ser más provocador que revolucionario. Y es que hoy por hoy, en plena posmodernidad, que ya comienza a expirar, ya nadie cree en los “cuentos de hadas” como llamaba Lyotard al marxismo en todas sus expresiones, anarquismos varios de corte izquierdista (que no anarco-capitalismo), ni en la filosofía hegeliana, ni kantiana, etc. Esta película “compuesta” -porque Godard parece que en vez de filmar, compone- en 1967 está de plena actualidad, y es que jugar a ese hiper-progre con todo pagado sigue estando de moda…


Y es que quizá el cineasta más representativo de aquel pensamiento subversivo para todos fue Jean-Luc Godard. Quien fuera una vez militante, fue además alguien que buscó cambiar las reglas del cine y, por lo tanto, cambiar las reglas del mundo, trastocar un orden social preestablecido. Godard fue alguien que buscó experimentar con el cine3, forzando siempre las reglas de la puesta en escena tales. En sus películas se mezclan y se desarman los géneros, se juega con el tiempo, con la banda sonora, con la imagen: la misma materialidad con lo que está hecho el cine sirve como mecanismo narrativa.



La chinoise (La China) es una aproximación claramente política sobre la sociedad francesa. La película es la historia de cuatro jóvenes que viven en un apartamento de París, y que sueñan con hacer la revolución al estilo “maoísta”. Poseen colecciones de libros chinos y realizan lecturas del Libro Rojo, cursos sobre marxismo-lenimismo y planes para crear “un grupo terrorista” ocupan el tiempo de estos chicos. Hasta aquí todo un cuento de hadas.

Godard nos muestra un tipo de conducta muy común en la época: jóvenes que vienen de clases acomodadas (ya sean hijos de empresarios como de burgueses medios), que no tienen problemas económicos y que, para rebelarse ante su propia condición social, deciden ser revolucionarios duros. Directamente nuestros protagonistas se hacen anti-soviéticos (salvo uno que después será separado del grupo -alusión a la vida del propio Godard-), algunos de ellos sin siquiera entender muy bien que es lo que implica hacer la revolución (el personaje de la chica del campo -un ser pasivo totalmente, que cautivado experimenta con los 4 protagonistas- o el magnífico diálogo que tiene la “lider” del grupo con su ex profesor de filosofía en un tren), los cuatro amigos juegan a ser violentos, juegan a ser maoístas duros. Esta idea del “juego” es muy importante, en tanto sus demostraciones de revolución pasan por la repetición de frases del libro rojo o a partir de frases comunes de la ética comunista dichas como si hubieran sido aprendidas de memoria. Adoctrinamiento integral.



Godard es muy consciente de que está mostrando personajes que juegan a ser revolucionarios: no por nada estos muchachos repiten frases como si fueran robots. La misma posición de los encuadres, siempre fijos, con los personajes al centro del mismo, le dan un cierto estatismo a la imagen que ayuda a crear esta sensación de representación que inunda toda la película. Los personajes creen que de verdad son revolucionarios al repetir todas las doctrinas marxistas-leninistas de forma automática. Como espectadores sentiréis como si estuvierais en una inmensa casa de muñecas donde lo que se hace simplemente es “jugar”: la puesta en escena crea una cierta sensación de falsedad a partir de la simetría dentro del encuadre. No por nada se cita todo el tiempo a Bertolt Brecht: el mismo espectador se siente distante del compromiso de estos muchachos por cambiar al mundo debido a que ese compromiso nos aparece más representado que espontáneo.



Pero así, casi como jugando, los protagonistas consiguen formar un grupo terrorista y consiguen asesinar a un ministro soviético en visita a Francia. Lo que parecía un sueño, un simple juego de chicos ricos se convierte en una violencia que estalla con la mayor normalidad. Godard nunca nos muestra el crimen: por el contrario, el hecho de matar se vuelve casi uno más de los “juegos comunistas” de los chicos. Al final, con el asesinato ya consumado, Godard nos muestra a una nueva joven más con su libro rojo y a la protagonista diciéndonos que las vacaciones han terminado, hay que volver a la universidad, pero que para ella este es el comienzo de un largo camino...
Es interesante, señalar el subtítulo del film: “Una película que se está haciendo”. Esto implica que hay momentos en los cuáles se ven las claquetas y se entrevista a cada uno de los personajes, lo que enfatiza la noción de representación y de falsedad que la película busca transmitir (el falso documental). De esta perspectiva, La China se transforma en un vehículo para que Godard reflexione sobre los límites de la representación dentro de lo cotidiano. Los protagonistas de la película hablan de Mao y se declaran amantes de la revolución y repiten actitudes y frases revolucionarias como si estuvieran hablando del clima. La revolución, o mejor dicho, los lugares comunes de la revolución como mecanismo presente en el día a día, que va guiando las actitudes de nuestros protagonistas.



Pero por el otro lado, la historia que se está haciendo es la de un descontento: la del descontento de ciertos ambientes juveniles en 1967. Un descontento que quizá puede parecer impostado y hasta divertido, pero con esa misma naturalidad puede conllevar a la violencia, que desgraciadamente está demasiado de moda…

Bueno, espero que os haya interesado, os recomiendo que veáis la peli. Si no la tenéis y os interesa, decídmelo y os pongo los enlaces de la versión subtitulada en español que está en rapidshare. Ah y también os pongo los enlaces de las pistas que fallaron en el MONTEZUMA:

CD1 • PISTA 15
http://rapidshare.com/files/63242501/15_Scena_XI__Scena_XII__Scena_XIII.mp3.html
CD2 • PISTA 6
http://rapidshare.com/files/63238906/06.mp3.html

Y mañana más!!!!

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Ya me has picado a verla. Excelente exposición...

Cuando la vea, debatiremos

Luis dijo...

Su "profesor de filosofía" es Francis Jeanson, uno de los redactores de Les Temps Modernes (tu sais, la revista de Sarte).

Tiene gracia que el filme haga posible tantas lecturas, la tuya o la mía. Esto es consecuencia de los métodos formales.
Lo cual me reafirma en algo: hablamos de un filme revolucionario, muy cercano pues a la idea, tan aludida en la película, de la creación de un verdadero teatro socialista. En esa medida, no creo que se pueda juzgar el distanciamiento brechtiano para denostar a esos "revolucionarios pequeñoburgueses" pero por la vía reaccionaria. El distanciamiento en sí es más revolucionario aún, supongo que más que el maoísmo (tema para echarle de comer aparte, y sin salidas populistas al respecto). Por eso la película termina como: fin de un comienzo. Seguiremos trabajando.

PS: La canción "Mao, mao" es de Claudes Channes.

Arsace dijo...

Apareciste por fín Luis, juas, juas, juas...

Sabes que lo de revolucionario no te lo niego, es más la estética es provocadora, invita a la transgresión... Y bien lo que tu dices, seguiremos hablando sobre todo esto!!

JoseMMoraF El Manisero dijo...

Efectivamente una excelente cinta, me gustaria conocer los enlaces para verla, muchs gracias!
josemmoraf_arroba_yahho.com